miércoles, 9 de septiembre de 2015

Cosas que recortan contra el cielo

Conmueves mi historia y mi presente

Hay barcos que cruzan y estaciones cruzadas, 
estaciones de puertas, 
puertos y puertas sin ventanas, 
mil puertas que siempre,
siempre salen al lado de nada.

Hay parques con ríos, 
ríos como el Tamesis, 
ríos que cruzan y lluvia que moja, 
moja pero no empapa.

Sin embargo, hay paseos que sí empapan, 
y empapan en serio, 
y empapan la barriga y el alma, 
dos nombres para una sola casa.

Hay bocas, dientes, ronquidos, 
dedos, manos, verrugas, 
hay sonidos y flatulencias, 
hay sudor y hay descargas 
y como no, también tenemos cucharas.

Y hay ruido de música, música en las ventanas.
hay desvelos en horas señaladas, 
hay polvos como apóstoles y salidas nunca erradas, 
recuerdos de hace tiempo, memorias, desmemoriadas.

Hay desayunos (dulces como nunca) 
meriendas soñadas, 
mañanas compartidas 
y todo, todo son ganas.

Hay españoles de mercados 
y mercados con coronas de flores, 
coronas de princesas coronadas.

Hay duchas compartidas, 
baños de a dos en bañera  
y espuma moldeada.

Hay dolores de agua, 
descubrimientos a estas alturas, 
fotos, fotógrafos de hombre y negro, 
blancos con hambre y vida desgarrada.

Franco, francamente, hay cuentos como sueños, 
y sueño con tartas, 
hay cielos como cielo, 
no hay dios en este cielo, 
pero lo que hay, y hay en serio,
son cosas que recortan contra el cielo, 
contra el cielo, el alma y las entrañas.

lunes, 20 de abril de 2015

Juanito el Caminante

Si juntás la m con la a, suena más o menos “ma”, 1981 repeticiones después ya sabés leer, eso sí, siempre señalando con el dedito y aplausos mediante; uno abandona, sin voluntad y para siempre, el analfabetismo con el que nos parieron, chau al verdadero pecado original, esa mochila que nunca más nos va a pesar. No es una elección, yo no elegí leer, tampoco me acuerdo de mi primera palabra, ni mi primer libro, leo porque algunos (que me quieren bien) decidieron por mí, jamás les reprocharé tal decisión.

Cartillas, notas, carteles, cuentos y canciones, pasaron y… obvio, llegaron los significados, prospectos de pastillas, revistas,  modos de empleos de champús, pizarrones, pupitres desprolijos, casi sin poder decidir, la ingesta lectora cada vez era más ingesta, en distintos continentes, diferentes países, distintos WC donde leer. Yo siempre fui lector de distancias cortas, un WC me alcanzaba para leer.

Leer llegó a ser placer por los sabores, leer tenía un sentido, y por fin leer fue voluntad y la voluntad de leer apuntaló mi juventud, “lo que no se da, se pierde”, mis “escribientes” me regalaron para siempre el Uruguay que ahora conozco, la palabra inmortal, el patrimonio de los orientales.

Ahora, remando llegamos a un mundo donde los muertos son lo que escribían para apuntalar mi juventud, primero fue Benedetti y ahora Galeano, mis “escrbientes”, a los dos los tuve enfrente, a ninguno les di las gracias, dramas de mi vida, cruces que tendré que acarrear.

Me duele infinito esta muerte tuya Eduardo Galeano, me impregna de rabia, ¿por qué los malos viven tanto?, ¿por qué vos no? No digo inmortal, pero si lo suficiente para otro café en el brasilero.