Hoy Madrid está lleno de lluvia,
pero no de esa lluvia
de domingo gris,
frío,
tele y sofá.
No de la misma lluvia
de escribir,
de sentar y crear,
de gastar papel,
o memoria
y en el mejor de los ascos,
gastar olvido (que siempre sobra).
Esta es una vieja lluvia de ausencias.
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